El estilo de Araguas cautiva desde las primeras brazadas y nos asegura el estar a bordo de una embarcación donde quien no rema no llora, y –en todo caso– no puede, no debe, hacerlo con la boca llena. Lo demás se dará por añadidura. Y con creces a quien emprenda esta travesía por el verano de Vicente Araguas en Neda, con sol en las piedras, obstinación en los trabajos de amor acostumbrados, muchachas que al perder la cabeza recuerdan a Ana Bolena y la música de un tranvía cuyas ruedas laminan las monedas. Aire fresco, pues, desde la serenidad madura de Vicente Araguas, un poeta para el verano pero también, no se confunda nadie, para todas las estaciones.
No se llora con la boca llena (Como un verano en Neda) es —según su autor— compendio y resumen de todos los veranos por él vividos. Podría. Sin embargo en este manual de experiencias hechas conocimiento hay también un recorrido por la vida, propia y ajena, como solamente puede venir dado por el talento poético de quien se entrega desde la radicalidad de un lenguaje propio. Aquel que aun nutrido de referencias culturales (unas pocas), fagocita estas, y a sus protagonistas, Amy Winehouse, James Blunt o el buque Conde de Venadito, para convertirlos en material interno enfocado en una sola dirección. La que conduce a los intereses del lector posmoderno, convencido de que la poesía requiere un espacio diferente dentro de la literatura, pues se cubre con el edredón sentimental pero después de instalarse en la sábana de contar y explicar las cosas. Por ahí Vicente Araguas, a salto de mata, a salto de caballo, columpiándose entre lírica y épica, quien escribe su segundo libro de poesía en español, atrás queda ese por lo demás recientísimo Guarda che luna!, desde la certeza de estar diseñando un mundo por tan propio, tan diferente. El estilo de Araguas cautiva desde las primeras brazadas y nos asegura el estar a bordo de una embarcación donde quien no rema no llora, y -en todo caso- no puede, no debe, hacerlo con la boca llena. Lo demás se dará por añadidura. Y con creces a quien emprenda esta travesía por el verano de Vicente Araguas en Neda, con sol en las piedras, obstinación en los trabajos de amor acostumbrados, muchachas que al perder la cabeza recuerdan a Ana Bolena y la música de un tranvía cuyas ruedas laminan las monedas. Aire fresco, pues, desde la serenidad madura de Vicente Araguas, un poeta para el verano pero también, no se confunda nadie, para todas las estaciones.
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Editorial: PIGMALION
Idioma: Castellano