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ILÍADA LIBERADA

por Homero
€32,90
ISBN 9788418733918

La Ilíada fue compuesta en verso. Fue concebida para ser recitada, y utiliza por tanto el hexámetro dactílico, un tipo de verso de seis pies en el que se alternan las sílabas largas y breves de un modo que confiere a la recitación un ritmo característico, ideal para ser acompañado con música: el inicio de una ininterrumpida tradición que ha dado lugar a los cantares de gesta, a los romances de ciego y al rap.

Pero han pasado tres mil años. Es tal la distancia temporal, tanta la diferencia de los referentes culturales entre el público que asistía entonces a la recitación y el lector actual de los textos homéricos, que es vano pretender reproducir, siquiera con una mínima aproximación, el efecto que la Ilíada pudo producir en las fechas cercanas a su creación. Según afirmó Jorge Luis Borges, una traducción es, de hecho, una nueva obra literaria. En su ensayo Las versiones homéricas, tras analizar diversas traducciones de los textos homéricos, Borges aventura que quizás la más fiel de las versiones homéricas es la que realizara Samuel Butler (1835-1902) en los albores del siglo xx. Este es el texto que hemos elegido, y que Miguel Temprano García ha vertido al castellano.

El reputado dibujante Calpurnio se ha encargado de la ilustración de la obra. Completa así el trabajo que, a partir de una perseverante labor de investigación y documentación, inició para la Odisea (Clásicos Liberados, 1).

Tres textos complementan esta edición de la Ilíada. En primer lugar, Troyanas, la tragedia de Eurípides en la adaptación de Alberto Conejero, donde las mujeres son el centro, las víctimas que soportan la destrucción de la ciudad de Troya, de sus hogares y de los lazos familiares.

En Otra belleza. Apostilla sobre la guerra, Alessandro Baricco nos hace ver cómo las mujeres reparan lo que los hombres destruyen en su sed de venganza y se atreven a expresar sus deseos de paz, siendo capaces de imaginar otra belleza.

Por último, Marina Garcés nos habla, en Guerreras, de la guerra que las mujeres hacen por su cuenta para evitar ser víctimas o cuidadoras, de cómo ellas luchan para cambiar la sociedad. Para evitar futuras guerras.

Homero
Grecia antigua1102 a. C.
Homero nació en el año 1102 a. C., en una de las siete ciudades que se disputaron la gloria de ser su patria: Ítaca, Esmirna, Quíos, Colofón, Pilos, Argos y Atenas. Era hijo de Cretéis, una jovencita imprudente que quedó embarazada no se sabe de quién. Después del nacimiento de Homero su madre se casó con Femio, famoso bardo que dirigía una escuela poética, y que aparece en la Odisea, quien le enseñó el oficio de poeta; a la muerte de su padrastro, Homero le sustituyó al frente de la escuela, hasta que decidió dedicarse a viajar, y visitar, entre otros lugares, Iberia. A su regreso a Grecia contrajo una enfermedad en los ojos, que al poco tiempo le provocó la ceguera. Entonces decidió dedicar­ se exclusivamente a la poesía, y se casó y tuvo dos hijas. Compuso un buen número de poemas, entre ellos:
  • Foceida
  • Cércopes
  • Batracomiomaquia
  • Psaromaquia
  • La cabra siete veces trasquilada
  • El canto del mirlo · Ilíada
  • Odisea
  • El horno
  • La canción del mendigo
A su muerte fue enterrado en la isla de Ios. Esto es lo que cuenta la más antigua de sus biografías, atribuida falsamente a Heródoto. Según afirmaba Heráclito, murió durante un viaje, de pena y de rabia por no ser capaz de resolver el enigma que le habían planteado unos pescadores, a los que el poeta invidente había preguntado si habían pescado algo. La respuesta vino en forma de acertijo: “Los que pillamos los tiramos, los que no pudimos atrapar nos los llevamos”. (Solución: los piojos). Según otra leyenda, citada por Eustacio de Tesalónica, Homero sería egipcio, o había estudiado en Egipto; allí, en el templo de Hefesto en Menfis, habría encontrado los poemas sobre la guerra de Troya y sobre el regreso de Ulises que había escrito la poeta egipcia Phantasia y que había confiado al cuidado de los sacerdotes del templo. Homero convenció a los sacerdotes de que le hicieran una copia de los poemas y los adaptó para escribir la Ilíada y la Odisea. Según otras fuentes, Homero era hijo de Telémaco, y nieto por tanto de Ulises...
Es decir: que, al igual que nosotros, los antiguos no sabían nada de Homero. Lo que sí es cierto es que, fuera quien fuera su autor, la Ilíada y la Odisea, transmitidas oralmente por los rapsodas, alcanzaron pronto gran popularidad. Ya en el siglo viii a. C. ambos poemas eran venerados por los griegos como la síntesis de la sabiduría divina y humana. Como eran recitados en las fiestas públicas de Atenas, el legislador Solón dispuso en el siglo vi a. C. que la recitación se hiciera siguiendo el orden del asunto; y su sucesor Pisístrato hizo escribir las versiones de cada rapsoda, las comparó entre ellas y estableció un texto único. Lo cual no evitó que continuaran las incertidumbres sobre el autor. Ya en la época alejandrina se sospechó que la Ilíada y la Odisea podían ser obras de autores distintos. La polémica resurgió con fuerza a principios del siglo xix, tras la publicación de los Prolegomena ad Homerum (1795), del filólogo alemán Friedrich August Wolf, quien sostuvo que ambas epopeyas se habían formado a partir de poemas orales menores compuestos en épocas diferentes por distintos aedos y que fueron refundidos en un solo texto con posterioridad. La discusión sigue viva. Homero pudo haber sido el autor de la Ilíada y la Odisea; o quizá solo de una de ellas (según Samuel Butler, por ejemplo, la Odisea habría sido escrita por una mujer); o únicamente el recopilador de ambos poemas, o quizá solo de uno de ellos; o a lo mejor ni siquiera existió. Que no le hizo falta haber existido para ser el más grande poeta de todos los tiempos.

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Editorial: BLACKIE BOOKS 2024

  • Tapa dura
  • Páginas: 640
  • Formato: 14 x 24 cm
  • Idioma: Castellano