En su cuento «Del rigor en la ciencia», Borges, con quien tanta afinidad tuvo Cunqueiro, se refirió a un mapa de un imperio que llegaba a tener las dimensiones del mismo imperio. Esta completa biografía de Álvaro Cunqueiro (1911-1981), si no alcanza a tener el mismo tamaño de su obra o su voluminoso físico, entra en detalles de la vida y la literatura del escritor gallego como ningún trabajo anterior ha conseguido, ofreciendo un retrato de cuerpo entero de uno de los más importantes autores de Galicia, y España toda, del siglo XX. Rivero Taravillo se ha servido de incontable material dormido en las hemerotecas, así como de abundante material inédito y testimonios personales de quienes lo conocieron. El resultado es una exhaustiva biografía del creador de Merlín y familia que reconstruye un personaje único y su época, una narración que no deja de lado el análisis y pone en pie, con cuidada prosa, la vida de un soñador, sobre el que se fue tejiendo a su vez una leyenda nacida de su singular carácter, al que muchos lectores reconocen, aún hoy, como una inacabable y encantadora fuente de placeres literarios. «España se ha llenado de biografías excelentes como las de Rivero Taravillo». Christopher Domínguez Michael, Letras Libres «Su prosa transmite todo eso que le pedimos a la buena prosa: corrección, claridad, entusiasmo, calor y esa fina ironía que acompaña fielmente a los escritores de casta». Luis Alberto de Cuenca, Cuadernos Hispanoamericanos.
Álvaro Cunqueiro, sueño y leyenda: la biografía definitiva de un mago de las palabras
Un retrato de cuerpo entero de Álvaro Cunqueiro, construido a partir de
material inédito y de una investigación exhaustiva, que ilumina tanto su obra
como su vida y su tiempo.
La editorial Renacimiento publica Álvaro Cunqueiro, sueño y leyenda, de Antonio Rivero
Taravillo, la primera gran biografía dedicada a Álvaro Cunqueiro (1911-1981), figura
cumbre de la literatura gallega y española del siglo XX. El autor de Merlín y familia
cuenta por fin con un retrato de cuerpo entero, construido a partir de una investigación
exhaustiva que ilumina tanto su obra como su vida personal y el tiempo histórico en que
le tocó vivir.
Como en el cuento “Del rigor en la ciencia” de Borges —con quien Cunqueiro compartió
afinidades—, este libro traza un mapa minucioso y ofrece la biografía más completa
escrita hasta la fecha. Rivero Taravillo se ha servido de material inédito, de la ingente
producción periodística de Cunqueiro y de testimonios personales de quienes lo
conocieron, logrando un relato tan documentado como narrativo.
El resultado es una reconstrucción en profundidad de la trayectoria de un creador
polifacético, bilingüe en gallego y castellano, que cultivó múltiples géneros y supo
convertir su vida, llena de episodios singulares, en parte de una leyenda literaria. Esta
biografía arroja nueva luz sobre un escritor único, considerado todavía hoy una
inagotable fuente de placer para sus lectores.
Poeta, novelista, ensayista, traductor y biógrafo de Luis Cernuda y Juan Eduardo Cirlot,
Antonio Rivero Taravillo (1963) ha obtenido premios como el Comillas y el Antonio
Domínguez Ortiz de biografía, el Andalucía de Traducción o el Ciudad de Alcalá de
poesía.
Falleció en Sevilla el pasado 19 de septiembre, pocos días antes de la publicación de este
libro, en el que aplica su rigor y su experiencia a un escritor cuya vida y obra estaban aún
esperando una biografía de esta magnitud.
Con numerosos pasajes y citas de Cunqueiro, siempre marcados por su inteligencia y
sentido literario, el libro combina la meticulosidad de la biografía anglosajona con una
prosa cuidada. Una obra imprescindible que llena un vacío en los estudios sobre el autor
y que se dirige tanto a los lectores gallegos como al público general, para quienes
Cunqueiro es, todavía hoy, una figura central de la literatura del siglo XX.
INTRODUCCIÓN
Álvaro Cunqueiro es considerado por muchos como el más grande escritor en lengua gallega. Desde luego, el autor de Mondoñedo reúne méritos para serlo, por la excelencia que demuestra lo mismo en la novela que en el teatro, en la poesía que en el articulismo, cultivando la lengua de su país gallego y considerablemente conocido dentro de él.
Sin embargo, aunque su nombre suele pasar desapercibido para la mayoría
de lectores en español, es aquí donde su obra destaca aún más sobresalientemente si cabe, porque a los temas que aborda se suma un donaire que es potenciado por un idioma con timbres galaicos, rasgos perfectamente analizables desde el rigor de la filología y apreciables y apreciados simplemente por el gusto de los lectores. A él no le gustaba que se alabara su estilo, que veía como resultado natural y no búsqueda, pero lo cierto es que el español de Cunqueiro, con independencia del asunto que trate, tiene siempre algo superior, sabroso, digno de ser paladeado, y esto seguramente venga de la
influencia del gallego en su español, lo mismo en el léxico que en la sintaxis
y hasta la gramática: esas formas como «paréceme» que en otros se leerían
como decimonónicas, añosas y de fruncido ceño, académicas de frac como
de mantenedor de juegos florales (cosa que él fue a menudo), por magia de
la literatura en él no sucede esto ni por asomo. El español de Cunqueiro,
condimentado con el gallego riquísimo suyo, se enriquece él mismo, y causa en el lector, sobre la delectación, asombro. Mas sería un error limitar el acierto de su lenguaje en esa concomitancia con el gallego, que Cunqueiro se sabía bien sus clásicos –los del conjunto de España– y, más aún, el grueso de la tradición cultural europea, amén de los hitos de la japonesa, la china y laamericana, más ecos de las tradiciones africanas. Efectivamente: aun cuandono se aprecia galleguismo en un párrafo, la calidad de página es tal que solo
alguien con la piel lingüística muy dura, encallecida, puede quedar ajeno a ese disfrute. Por otra parte, es innecesario elegir entre un Cunqueiro gallego y otro español, pues él fue ambas cosas, integrándolas. Y en ese ensamblaje es donde reside uno de sus mayores logros.
Hace treinta y cinco años ya que se publicó su primera biografía, un meritorio intento aunque algo pudibundo, con el olor a sacristía que desprenden las
biografías autorizadas, por parte de Xosé Armesto Faginas. En el tiempo transcurrido desde entonces, la bibliografía sobre el mindoniense no ha hecho sino
crecer, y la largo tiempo cerrada documentación disponible ha ido entornando
sus puertas –ábrete, Sésamo– para quien quiera acceder, así sea parcialmente
(por las lagunas que aún existen) a la cámara de los secretos cunqueirianos,
que no interesa tanto desvelar por un afán de hurgar en chismes y aquello que
solo concierne a los protagonistas sino porque, siendo Álvaro Cunqueiro un
escritor tan grande (probablemente el mayor de su tierra galaica del siglo xx,
ya se dijo, y acaso uno de los diez más importantes del conjunto de las Españas de ese periodo –ya se va viendo–), lo que corresponde a su personalidad,
a sus vicisitudes, a la trastienda (o en su caso, rebotica) de su creación, es algo
que incumbe a todo aquel que quiera conocer mejor, en España o fuera de ella,
nuestras letras. Las letras, sin adjetivo, como vieron sus traductores, aún insuficientes, a lenguas como el francés, el alemán, el inglés o el checo.
Su hijo César considera que, «en general, la vida de Álvaro Cunqueiro, como
persona privada, fue la de un burgués de clase media, carente de acontecimientos
relevantes y llena de cómodas rutinas». Y que esa vida no tiene interés desligada
de su obra literaria, que ilumina a aquella. Aquí se intenta vincular ambas, vida y
obra. César Cunqueiro, por otra parte, sin escandalizarse por la etapa más o menos falangista de su padre, entiende que, de publicarse los muchísimos artículos
que aún permanecen inéditos, estos deberían ser seleccionados, se entiende que
para dejar fuera los más ligados a las contingencias y servidumbres del momento.
Es una postura respetable, y por supuesto legítima tratándose él de su heredero.
Ahora bien, la publicación conjunta de todos esos textos solo pondría de manifiesto la grandeza de Álvaro Cunqueiro, porque como se verá en esta reconstrucción de su vida pareja al desarrollo de su obra, es muy poco en esta lo político y mucho, desde fecha muy temprana, lo fantástico, ese cristal con el que ilumina y tornasola la historia, la literatura, saberes ambos que pone al servicio de su imaginación. Por contraste, si alguien examinara las hemerotecas y comparase las piezas de Cunqueiro, por ejemplo en 1940, con las de sus colegas, convendrá que las de él son de otra raza, de otro mundo, que no tienen igual en lo que se imprimeen la época, mucho más adusto, doctrinal, aburrido. Pedestre.
Hacía falta por otra parte, y esto con independencia de los méritos que pueda tener esta biografía, una mirada total, integradora, sobre Cunqueiro, que lo saque del solar gallego y de las lindes de su primera lengua literaria y lo incardine en el conjunto de las literaturas española y universal, sin más. Tienden
los gallegos a estudiar solo o principalmente (y no diré que eso no sea lógico)
al Cunqueiro que escribe en la lengua de Rosalía. En el resto de España se propende a ignorar, por otra parte, su producción en gallego. En este libro, por el
contrario, ambas facetas se contemplan con una mirada que podríamos llamar
panóptica, como se preciaban de ser las galerías de las cárceles a partir de finales del siglo xix. Y, no para evitar que se evada Cunqueiro, sino para facilitar su
comprensión y disfrute más allá de cualquier límite o barrote que aún pudiera
encarcelarlo. Para que salga.
En la selección de textos que ilustran los capítulos se han privilegiado
aquellos que, aun siendo representativos, son menos conocidos o no se han
recogido en las compilaciones de la obra de Cunqueiro. Vienen aquí nuevos, como un fresco o un mosaico romano recién desenterrado y limpiado el
polvo, como si se hubieran escrito ayer mismo. Cuando se citan textos orales
o escritos de otros en gallego, generalmente se han traducido. Sin embargo,
cuando es Cunqueiro mismo quien habla se han mantenido en gallego, en
primer lugar para invitar al disfrute de los originales, tarea que no es tan dificultosa, y además para subrayar el carácter dual, bilingüe, de la vida y obra de
Cunqueiro, quien en privado y en esa intimidad última que son los sueños se
manejaba principalmente en ese idioma gallego. Para él los sueños tenían un
carácter casi físico, como escribió en el poema «Delicadamente verquendo»:
«e prumas de almofadas, aínda mornas / dos soños de quenes adormeceron nelas». («Y plumas de almohadas, todavía calientes / de los sueños de quienes se
adormecieron en ellas»). Precisamente sobre los sueños, y en relación con el
título, se impone una aclaración: en cualquier otra biografía, tras el nombre
de don Álvaro, el subtítulo habría de rezar Vida y leyenda. Pero siendo para
él tan importante el reino de los sueños, que se solapaba con la vida como
para los irlandeses el mundo feérico de los Tuatha dé Danann con este, ha
quedado sustituida la palabra «vida» por «sueño»: Álvaro Cunqueiro, sueño y
leyenda. Momentos en los que Cunqueiro vindica los sueños hay muchos en
su vasta obra, pero acaso este de Merlín y familia sea uno de los más hermosos: «Pablo ya estaba, la verdad sea dicha, enamorado antes de llegar, porque
traía los amores en los sueños». O este otro de Cuando el viejo Sinbad vuelva
a las islas, tan certero, en el que el escritor sin duda se reconoce: «¿Qué dice el
Libro, señor Alá, profeta Mahoma, de los sueños que se escurren cada día del corazón del hombre? ¿Entraremos en el Paraíso con nuestros sueños? ¿Para
qué se nos dan si no son vida?»2
.
Todavía en vida de Cunqueiro, Diego Martínez Torrón señaló la importancia de los sueños en el mindoniense. Tras espigar muy atinadamente una cita
de Las mocedades de Ulises,
—Poliades, ¿qué es lo que es mentira?
Poliades hacía girar el sombrero entre sus manos.
—Quizá todo lo que no se sueña, príncipe.
observa que «la narrativa de Cunqueiro se construye sobre la base del sueño. Para el autor gallego, el sueño –lo fantástico– tiene el carácter de realidad evidente».
Así es. A la postre, se verá que Cunqueiro, como todo gran creador, como todo
genio, fue una persona llena de conflictos. Sacrificó a la comodidad burguesa, al bienestar de unos hijos a los que dio carreras, a un estátus como persona respetada e invitada a todas partes, la obra, que es decir la fantasía, el sueño, el meollo de su existencia. Es duro decirlo así, pero Cunqueiro traicionó al gran escritor que llevaba dentro por las treinta monedas de plata de las cuantiosas colaboraciones, no siempre en prensa; por los oropeles que su figura otorgaba a otros, cuando él mismo era el oro que más relucía en la literatura de aquellos años. ¿Le habría convenido escribir menos artículos y ponerse a una obra más exigente y cuidada, aun a riesgo de pasar hambre? Seguramente, pero tenía obligaciones familiares. Con todo, mucho de lo mejor que escribió está
precisamente en esos artículos, muchos de ellos próximos al cuento. Como lo
mejor de Azorín, tan distinto, está en su obra periodística y no en sus novelas.
Tampoco descubrimos nada. Él mismo supo lo que la prensa le robó, y dijo en
una entrevista durante el apogeo de su celebridad: «El periodismo es prisa, y la
literatura una larga paciencia». Esta le faltó a menudo, pero eso ya es irreparable. También es innegable que, a la par que le robó, le dio mucho.
Esta biografía, este recorrido vital por los sueños siempre poéticos de Cunqueiro y de las cosas prosacias que los estorbaron, más la leyenda tejida en torno al personaje que llegó a ser, no desconoce los trabajos anteriores, que considero, como este mismo, meras aproximaciones, pero aproximaciones con las que naturalmente esta está en deuda. Álvaro Cunqueiro, vida y leyenda no parte del trabajo de Armesto Faginas ni de la mucho más sucinta Fotobiografía de, también, Armesto Faginas, Francisco Fernández del Riego, X. M. Álvarez Cáccamo y X. González Millán; tampoco del trabajo incompleto y póstumo de Xosé Landeira Yrago Sobre las fugas de Cunqueiro. Otra vida de Álvaro entre el periodismo y la literatura, sino que se construye sobre pesquisas propias realizadas en hemerotecas, archivos y toda la posterior montaña de estudios que ha crecido en torno a Cunqueiro, además de, privilegio impagable, la lectura (en muchos casos relectura, quiere decirse «regozo», como quizá diría un rioplatense) de toda la obra publicada en libro por Cunqueiro o reunida por los compiladores de su vasta producción, más la de algunos cientos de artículos, piezas, invenciones, nunca recogidas en volúmenes y que he leído en ajado papel, en microfilmes, en digitalizaciones disponibles en la pantalla. Para una cabal reconstrucción de su vida habrían hecho falta muchas más cartas de las disponibles, pero es improbable que algún día se pueda publicar un mínimo –que sería enorme– epistolario, pues Cunqueiro conservó pocas de las cartas recibidas y las suyas estarán dispersas, si no perdidas, en los derrumbes de quienes lo conocieron (además, está el inconveniente de que las que dirigía el mindoniense muy esporádicamente eran fechadas). No obstante, este libro se beneficia de la lectura de las que han visto la luz y de la consulta
de un puñado de ellas que continúan inéditas. Y, last but not least, de conversaciones y correspondencia con personas que lo conocieron personalmente.
La obra de Cunqueiro es ingente pero de un gran valor, y a día de hoy asombra que no existan unas obras completas suyas en las dos lenguas que empleó, bien que la dificultad del empeño es obvia por la dispersión de poemas y, sobre todo, prosas en multitud de publicaciones periódicas. Es decir, que asombra pero no asombra, dicho a la gallega. Como esa ambigüedad o anfibología de Poemas do sí e non. O como el «ser y no ser» hamletiano en la interpretación de Cunqueiro. Haría falta para cubrir esta ausencia un amplio equipo que peinara hemerotecas y transcribiera piezas y más piezas, a veces en cabeceras imprevistas, que ahora mismo duermen el sueño de los justos. Tampoco existía una biografía actualizada y con la amplitud que esta trata de acometer, corrigiendo
datos, iluminando el periodo más oscuro en todas las acepciones de la palabra, poniendo en relación páginas y días, sucesos y escritura. No me importa reconocer que aquí habrá errores, lagunas, fallos, que se me reprocharán justamente. Y que serán manchas que podría enmendar en una segunda edición, si esta llegara, lo cual sería no tanto motivo de contrición como de orgullo. Pero había que intentarlo. Sirva al menos como un capote que sale al ruedo aunque sea para que el día de mañana alguien embista contra él, así sea con rabia, y clave si es necesario los pitones en el valor –el coraje, o acaso la osadía, la temeridad– de este volumen. Yo sé que para escribir la biografía de Cunqueiro hay
que tener más valor que el Guerra. En cuanto al Guerra, el del valor –y vamos
dejando ya la torería–, si el lector tiene paciencia lo hallará capítulos adelante
en estas páginas. Páginas que contienen, sobre todo en la segunda mitad del
libro muchas noticias de la vida social del escritor que pueden llegar a resultar fatigosas, lo cual bien mirado es fiel reflejo de lo que se fue operando en Cunqueiro, cada vez más harto de esos compromisos pero incapaz a la postre de zafarse de ellos. Si quiere conocer bien su vida, y entenderla, el lector no tiene más remedio que atravesar esos años de vaivenes, traslados, banquetes, peroratas. Para suavizar, no obstante, la sensación de hartura se hallarán a menudo píldoras del ingenio con la gracia imaginativa del mindoniense, como recién salidas de la oficina de farmacia de su padre don Joaquín.
Si algún abucheo sufro, si me alcanza en la cabeza alguna lanzada almohadilla (espero que no arrojada lanza), lo tendré por bien empleado en el supuesto de que ello significa que algo se remueve y que se empieza, por fin, a dedicar a Álvaro Cunqueiro, sobre todo fuera de Galicia, la atención que merece. Que es mucha. Cada escritor aporta algo al mundo. En el haber de Álvaro Cunqueiro está haber proporcionado, además de muchas sazonadas noticias y erudiciones, una de las más continuadas sucesiones de deleites que un lector pueda recordar.
Este libro se reconoce por intención, y ojalá que por los resultados obtenidos, en la familia de las llamadas «biografías anglosajonas». Sea esto lo que signifique para otros, aquí se emplea en el sentido de rigurosa, exhaustiva, apoyada en una gran documentación, atenta a los hechos y sin rehuir interpretaciones cuando es pertinente ni que ello empezca para cierta ligereza «latina», más atenta al elemento humano y, por qué no, a la amenidad. Por lo demás, se ha basado siempre que ha sido posible en la consulta de los textos originales y las fuentes primarias. Así, los artículos y textos varios de Cunqueiro han sido leídos en su mayor parte en esas primeras publicaciones en que aparecieron, con independencia de que luego fueran recogidos en compilaciones u otros trabajos. Eso ha permitido deshacer más de un error y hallar piezas que habían sido ignoradas. En cuanto a las notas, no es en absoluto necesario ir a ellas: en su inmensa mayoría son de índole bibliográfica o hemerógrafica, es decir, dan constancia de las fuentes. Ni he querido dejar de aportar esa información, que puede ser útil para algunos, ni quiero ocultar que en general prefiero que el lector se las salte y que si lo desea al final les dé un vistazo en diagonal, solo eso.
A ojo, verá que las más extensas son aquellas en las que se proporciona alguna
información adicional.
Antonio Rivero Taravillo (1963-2025) fue poeta, novelista, ensayista, autor de libros de viaje, traductor literario y biógrafo de Luis Cernuda, y Juan Eduardo Cirlot. Publicó dieciocho libros de poemas, el más reciente de los cuales es Un invierno en otoño (2025). Entre los premios que recibió están el Comillas y el Antonio Domínguez Ortiz de biografía por sus trabajos sobre Cernuda y Cirlot, respectivamente; el Ciudad de Lucena Lara Cantizani, el Ciudad de Alcalá y el Paul Beckett de poesía; el Premio Andalucía de Traducción por sus versiones de John Keats, y el Rafael Pérez Estrada de aforismos. Obtuvo asimismo los premios Estado Crítico y Feria del Libro de Sevilla. Fue colaborador habitual de las revistas Cuadernos Hispanoamericanos, Letra Global y Letras Libres, entre otras, y de Diario de Sevilla y otros periódicos andaluces. Fue en 2004 el fundador de la revista Estación Poesía, que dirigió hasta 2024.
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Editorial: RENACIMIENTO 09-2025
Idioma: Castellano
Páxinas: 592
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