Esta profe sigue contándonos las mil y una ocurrencias de sus alumnos cuya energía y picardía para la diversión desarman a cualquiera. Todo les vale para librarse de la merienda que no les gusta o escamotear los juguetes favoritos. Su sinceridad a prueba de bomba nos pone en aprietos a los adultos y siempre, con su actitud, nos recuerdan que la imaginación es un rasgo de la infancia que nunca deberíamos perder. Una vez más, la realidad supera a la ficción.